domingo, 9 de enero de 2011

Me lo quitan de las manos


7 de enero. Un día triste para muchos. Se acabaron las vacaciones de Navidad. Hará falta esperar un año para que vuelva la Nochebuena, la Navidad, el Fin de Año, los reyes y tal. Sólo hace falta esperar un par de días para volver a empotrarse con la realidad. Vuelta al trabajo, al colegio, universidad. Llámalo como quieras.
7 de enero. El mismo día. Para muchos otros, uno de los días más esperados del año. ¡Empiezan LAS REBAJAS!

Lo admito, me incluyo en el grupo de los primeros, soy un pesimista, un amargao, uno de esos que no mira palante.
Perdonadme, pero este año he podido comprobar que lo de las rebajas no va conmigo. Es más, va contra mí.

Va contra mí porque yo celebro la Navidad y después de las fiestas me satura tener que pensar en comprar.
Comprar cualquier chorrada que nunca necesitaré porque me la rebajan un 40 por ciento. Comprar algo que necesito y tragarme una cola de media hora (léase la entrada No te cueles! de este mismo blog).

Yo me tragué una cola de este tipo ese mismo día. 7 de enero. Y lo curioso era el contraste de mi cara de indignación con los rostros de felicidad y pillería de los demás integrantes de la misma cola.
Quizás porque le habían quitado de las manos una prenda de ropa preciosa con un descuento del 10 por ciento a la señora de detrás.
Quizás porque iban a cambiar algo de talla y sólo por eso les iban a regalar la diferencia de precio entre el original y el rebajado.
Quizás porque, durante la espera, habían descubierto que unos calcetines a cincuenta céntimos no les irían nada mal.
Quizás porque les devolverían el dinero de algo, y podrían cambiarlo por 20 calcetines de esos tan útiles.

No me voy a engañar. Me divierte mucho ver a las señoras empujándose y peleándose por una talla de medias escondidas bajo una montaña de ropa de dudosa procedencia y calidad. Me encanta verlo. Por la tele.

Y por último, algo que me soprende muchísimo: el consumismo que se desata en los españoles cuando llegan las rebajas, independientemente de su situación económica.
Debo de tener muy poca empatía, pero o toda esa gente no celebra los reyes o la sociedad es bien rara. Eso sí, seguro que este consumismo favorece a nuestra economía. Debe de ser esa conciencia que tenemos todos sobre el progreso colectivo lo que desenfrena el consumismo.

Bueno, tú. Os dejo, que me está esperando El Corte Inglés. Voy a devolver una camisa que me regalaron por la misma camisa. En el mismo color. En la misma talla. Así a lo mejor me dan 10 euros. Por probar...